Informe
La idea de experimentar en el aula, prestándole detallada
atención a las actitudes de los estudiantes me pareció fantástica. Por medio de
diferentes formas, pude recabar datos acerca de sus voces, actitudes,
emociones, datos a los que anteriormente no le había prestado mucha atención.
El video de la ranita en origami lo proyecté en tres cursos
diferentes. En primer lugar, le tocó al 5º año del Instituto de Enseñanza
Agropecuario Nº 9, formado por tan solo diez estudiantes. En segunda instancia,
lo probé con un grupo de diez adultos, quienes hacen parte del taller de inglés
que dicto en el marco del Centro de Formación Profesional nocturno de la
escuela que mencioné anteriormente. Por último, lo intenté con un cuarto año
que tiene veinticuatro estudiantes que hacen parte del Bachillerato Orientado
Provincial Nº 26.
En cuanto al primer encuentro, los estudiantes se
vieron desconcertados al inicio ante la incertidumbre de lo novedoso del video,
puesto que nunca antes se habían detenido a hacer más que avioncitos en papel. A
medida que avanzaba la proyección las caras de asombro iban transformándose en
sonrisas, primero silenciosas, luego carcajadas. Además de ello, después de un
inicio silencioso, a medida en que el video les complicaba las formas de doblar
el papel comenzaron a hablar con los compañeros y a ayudarse donde se sentían estancados,
sin dudas un maravilloso ejemplo de trabajo cooperativo sin intervención docente.
Al culminar la proyección, algunos estudiantes no habían logrado el objetivo
planteado de hacer una ranita y se sintieron frustrados y desanimados (palabras
propias de los adolescentes), es por ello que decidí volver a reproducir el
video, esta vez pausándolo y guiándolos donde era necesario, es más, me uní al
grupo, agarré un papel yo misma y me puse a armar mi propio origami, valoraron mucho
mi actitud.






En cuanto a la segunda actuación, esta vez con adultos,
la secuenciación de las actividades fue similar a la anterior sin la necesidad
de volver a pasar el video. Los adultos trabajaron de manera más
individualizada, enfocándose cada uno en su proyecto sin mediar comunicación con
los compañeros, sí se escuchaban risas y el ambiente era distendido, pero a la
hora de trabajar en el papel cada uno elaboraba su propia estrategia y
focalizaba su atención sin siquiera mirar mucho al costado. La motivación inicial
fue alta y el logro del objetivo al final de la proyección les hizo sentir satisfacción
y cierta curiosidad, ya que tuve que explicarles que el experimento hacia parte
de un curso, etcétera etcétera.






Considerando la última prueba, esta vez en un grupo
numeroso, se me hizo bastante difícil manejar la ansiedad inicial de los
estudiantes, ya que esta vez no les entregué los cuadrados de colores, sino les
proveí con afiches y ellos mismos, sin saber para qué, debieron recortarse sus
propios papeles. Así, logré una mayor motivación y el factor sorpresa me jugó
una buena pasada: “¡Vamos a hacer un origami!” se escuchó al iniciar el video. El
ambiente se tornó perfecto, trabajaron de manera individual con intervención de
los compañeros en donde ellos consideraban necesario, lo llamativo fue que,
unos cuantos estudiantes apenas lograron el dobléz inicial, y más allá de ello,
no se aburrieron y en vez de molestar a los compañeros se vieron muy empáticos colaborando
con el silencio y sin desconcentrar a la clase. En cuanto a las voces, los estudiantes se
vieron motivados a lo largo de toda la proyección, y más allá de tener que
reproducirla en dos ocasiones, el producto final los dejó felices, según su
propio etiquetamiento de emociones.


Todo lo sucedido me hace concluir planteándome nuevos
objetivos para mis futuras clases. Mis encuentros, de ahora en más, deberán:
·
Incluir eventos
sorpresivos
·
Permitir a los
estudiantes construir objetos de conocimiento visibles, de donde puedan partir
los nuevos contenidos
·
Permitir a los
estudiantes trabajar de manera individual o cooperativa con la mínima intervención
del docente, a menos que necesiten y/o soliciten guía
·
Promover la disposición
del mobiliario áulico y el agrupamiento de los estudiantes de formas diferentes
y que los motiven a ellos a ser más colaborativos.